TRES POEMAS DE TODAS LAS VECES QUE EL MUNDO SE ACABÓ
NINGUNA RAZÓN
Todo lo que conservamos fue
protegido con la muerte de otros,
saqueado tras la muerte de otros,
heredado a la muerte de otros,
obtenido de la muerte de otros.
No hay ninguna razón para guardarlo.
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MONEDAS
Descubiertos ya todos los mundos,
cartografiado cada rincón en nuestros mapas,
nos lanzamos al mar, yendo y viniendo,
alegres comerciantes
en busca de eso que llaman prosperar.
Un negro, diez monedas.
Cinco monedas, especias, algodón.
Tres monedas, una caja de papas.
Dos monedas, un saco de café.
Tintinean idénticas al caer en las manos.
Todas igual de redondas.
Todas brillan a la vez.
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DESCUBRIR/DESTRUIR
Llegamos cubiertos con hábitos,
una cruz en el pecho,
alzando hacia el cielo las cabezas.
En la boca llevábamos un salmo;
en las manos, un trozo de metal.
Todo el que no quiso
rezar con nuestra lengua,
en nombre de Dios, fue exterminado.
Los que quedaron
aprendieron aquel idioma nuevo,
pero hubo dos palabras
que nunca consiguieron distinguir.
Olalla Castro
Todas las veces que el mundo se acabó
Pre-textos, poesía.
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
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