DOS POEMAS
EL DON
EL DON
Trágico es este don como en los castigos antiguos.
¿Qué antepasado mío erró, que arrastro sus laureles y su culpa?
Todo lo que toco se transforma en palabras
Igual que el oro en la leyenda del rey Midas.
Me reconozco en el rey, en la mortal maldición
Por la que su mano todo en oro transformaba,
Y así él moría de hambre por no poder ya comer
El pan transformado en oro, ni lamer el agua.
No puedo mirar el cielo —se nubla con palabras—,
¿Cómo morder manzanas en cajas de colores?
Incluso si alcanzo el amor, este forma oraciones,
Pobre de mí, ay, con elogios castigada.
Ay de mí, los árboles no sacuden sus hojas,
Sólo caen palabras viejas y pardas en otoño
Las altas cumbres los quieren, pero se doblan
Las montañas bajo el fardo de los sonidos reunidos.
.
Me gustaría juntar las palabras todas en un lugar.
Encenderlas, despojarlas de su mundo,
Pero el cuerpo del mundo se desescamaría
Como el del bello príncipe del cuento, transformado en sapo.
Con ellas se quemaría también el mundo, unido
Por el envés de las palabras, igual que en un álbum…
¿Soy yo quien no sabe, o acaso no es posible
Separar el mundo del mundo de mis palabras de ahora?
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DEBERÍAMOS
DEBERÍAMOS
Deberíamos nacer ancianos,
Llegar sabios al mundo,
Capaces de decidir nuestro destino
Y de conocer los caminos que nacen del cruce original,
Y que fuera irresponsable solo el anhelo de caminar.
Después, deberíamos ser más y más jóvenes para llegar
Maduros y fuertes ante la puerta de la creación,
Cruzarla y entrar adolescentes al amor.
Deberíamos ser niños cuando nazcan nuestros hijos,
Para entonces serían más ancianos que nosotros,
Nos enseñarían a hablar, nos acunarían para dormirnos,
Y nosotros nos encogeríamos hasta desaparecer
Como una uva, un guisante, un grano de trigo.
(Fuente: Meta poesía)
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