martes, 16 de noviembre de 2021

Juana Bignozzi (Buenos Aires, 1937 - 2015)

 

 

 




LA VIDA PLENA

 

A algunos les han quitado las ganas de hablar,

pasan mudos por el amor, aman perros vagabundos

y tienen una piel tan sensible

que nuestros pequeños saludos cotidianos

pueden producirles heridas casi de muerte.

Nosotros, seres amables e inofensivos,

miramos los gatos enfermos, las mujeres con collares

que pasan por la calle

y sentimos un desamor agradable,

casi suficiente.

 

Que necia salir por esa ciudad

a recoger mis confidencias entre adúlteras

poetas de diarios pueblerinos

burguesías napoleónicas y analizadas

solitarios a los que no recuerdo en sus actuales escenarios legales

salvo algunas soledades de domingo a la tarde en la provincia

alguna etapa antes de volver al verdadero destino ignorado

 

que necia creer que siempre más allá

había un imperio con toda su fanfarria

y el exotismo de sus colores

y no sólo este trabajo mínimo y constante

ser armonioso sin conciliar unir sin renunciar


Supiste quién era

antes de que yo empezara a sospecharlo

ahora caminando por lejanas y míticas ciudades

soy tu triunfo

vos hiciste esa figura que recorre lugares que nunca conocerás

pero son sólo tuyos para siempre

vos los soñaste yo los conozco

para mí las fachadas

para vos el deseo

lo único posible de ser llamado eternidad

 

LE ENTREGO MI NOMBRE A LA VIDA QUE SUBE

 

Detrás de estos juegos de inteligencia

detrás de nosotros, que estamos en lo que podemos,

que sólo manejamos vasos al borde de la lluvia

vinos amicales,

fosforescencias del mar tienen su nombre,

que yo sólo puedo decir a través de ojos lánguidos,

sonrisas tristes mi amor devastado.

Tan pobres que éramos,

y ahora los que vienen de Cuba, los que van hacia Cuba,

entran en mi lenta ternura de mujer que vive junto a un río

hacen insoportable nuestra miseria.

 

 (Fuente. La Parada Poética)

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