Curá de espantos
¿Cuánto puede una
aguantar el llanto
entre la tráquea,
la nariz y los ojos?
-Ciertamente-
lo suficiente
para abortar,
o parir,
un poema.
Ya no confío en ninguno.
Como Julia y Angela María,
soy los extremos de la lucha
por no darme completa
a la muerte,
si no es ya resistida,
amada, dolida,
chingada, mojada,
llorada,
gastada hasta el seso,
con la piel dura
de los niños
que crecen cayéndose,
y llegar, al menos,
media hora tarde
pa’ no perder las costumbres
ni muerta.
Hace tiempo me sé
conocedora de mi verdad,
aunque lo niegue.
A mí me han arañado gatos,
se me han muerto queridos,
me han faltado el pan,
la luz, el agua y los abrazos,
me han botado de los mejores sitios
y he estado completamente sola.
A estas alturas
no me quita el sueño
quedarme sin nada,
con el tiempo
una se cura
de espantos.
Camil L. Valentín Arce, incluido en Liberoamérica (30 de enero de 2021).
(Fuente: Asamblea de palabras)
No hay comentarios:
Publicar un comentario