Revelaciones
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No bajan, aquí
los caballos hasta el abrevadero.
árboles eléctricos de ancas furiosas y crines de fuego.
En la estaca lejana de un poste de alambrado
un búho me mira como si me reconociera:
“Eres búho, tú también, animal que se ufana en la noche espesa, en el ojo ciego de un mundo que acontece, a pesar de todo”, me dice.
Y yo, que he sido cruzado con el aliento de una lengua muerta
espero las revelaciones
como la tierra espera la sangre del sacrificio
y la maldice.
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