Así no más
Molinos de viento funcionando,
una fábrica de zuecos de trabajo,
una fundición de estaño.
Y, por supuesto, queso.
En el concejo de ángeles
no falta nada,
la asistencia es perfecta.
La puntualidad, estricta.
Aunque fingidos
sus gestos de amistad
son sinceros.
Tienen mucho que hablar
pero el entusiasmo
los vuelve torpes
y desordenados,
un tanto inconexos.
Es que no viven
dentro de la realidad,
entran y salen
como de un cuadro,
o de una estampita
que bajo la lluvia
se deshace
dejando un arcoíris de tinta
sobre la vereda.
Yo los veo
tropezarse y reír,
levantarse
con un suspiro.
Se besan o cogen,
o simplemente charlan,
ya que creen que el sexo
es solo un pretexto
para encontrarse.
Viven sin edad
y sueñan los sueños
que tenemos todos.
Quisiera escucharlos
más de cerca
pero también los temo.
Me recuerdan una historia
sobre alfombras persas
pero es larga
y en realidad,
yo estaba haciendo otra cosa,
que tengo que terminar.
En: Un país de ruinas y vos
Ediciones Liliputienses
(Fuente: Papeles de Pablo Müller)
No hay comentarios:
Publicar un comentario