sábado, 20 de noviembre de 2021

Robert Frost (Estados Unidos, 1874-1963)

 

El impulso

 

Aquello era muy solo y muy salvaje para ella. Y como no eran más que los dos, y sin niños, y el trabajo de la casa era tan poco, ella estaba siempre desocupada, y se iba adonde él labraba el campo o derribaba un árbol.
   Y se sentaba en un tronco, y jugaba con las frescas astillas que saltaban, cantando bajito, sólo para ella.
   Una vez que ella quiso cortar una rama de un álamo negro, se fue tan lejos, que apenas oyó que él la llamaba. Y no contestó -¡silencio!- ni volvió ya. -Se estuvo quieta, y luego salió corriendo, y se escondió por los helechos-.
   Él no la encontró jamás, aunque buscó por todas partes y preguntó en casa de la madre de ella. Así, tan de pronto, tan rápida y brevemente como se cuenta, sus lazos se desataron; y él supo de otros finales que la tumba.
 
 
 

en La mujer en el monte, versión de Juan Ramón Jiménez, incluido en Música de otros. Traducciones y paráfrasis (Editorial Galaxia Gutenberg-Círculo de lectores, Barcelona, 2006).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)


 

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