miércoles, 17 de noviembre de 2021

Anne Sexton (EE. UU, 1928-1974)

 



El cuarto de mi vida

 

Aquí,
en la habitación de mi vida
los objetos cambian sin cesar.
Ceniceros para llorar,
el hermano de pena de las paredes de madera,
las cuarenta y ocho teclas de la máquina de escribir,
cada una un ojo que nunca se cierra,
los libros cada uno un concursante de un concurso de belleza,
la silla negra, un ataúd de perros de Naugahyde,
los enchufes en la pared,
esperando como una colmena,
la alfombra dorada
una conversación de talones y dedos del pie,
la chimenea
un cuchillo esperando a uno para clavarse,
el sofá, exhausto por el trabajo de una ramera,
el teléfono
dos flores echando raíces en su entrepierna,
las puertas
que se cierran y abren como almejas del mar,
las lámparas
que me señalan,
iluminando el suelo y la risa.
Las ventanas,
las ventanas hambrientas
que hincan los árboles como uñas en mi corazón.
Cada día doy de comer al mundo exterior,
a pesar de que los pájaros explosionan
a derecha e izquierda.
También doy de comer al mundo de aquí dentro,
ofreciendo al escritorio galletas de perro.
A pesar de todo, nada es como parece.
Mis objetos sueñan y llevan trajes nuevos,
impulsados, como parece, por todas las palabras en mi mano
y por el mar que rompe en mi garganta.

 

Trad. José Luis Reina Palazón 


The room of my life

Here,
in the room of my life
the objects keep changing.
Ashtrays to cry into,
the suffering brother of the wood walls,
the forty-eight keys of the typewriter
each an eyeball that is never shut,
the books, each a contestant in a beauty contest,   
the black chair, a dog coffin made of Naugahyde,   
the sockets on the wall
waiting like a cave of bees,
the gold rug
a conversation of heels and toes,
the fireplace
a knife waiting for someone to pick it up,
the sofa, exhausted with the exertion of a whore,   
the phone
two flowers taking root in its crotch,
the doors
opening and closing like sea clams,
the lights
poking at me,
lighting up both the soil and the laugh.
The windows,
the starving windows
that drive the trees like nails into my heart.   
Each day I feed the world out there
although birds explode
right and left.
I feed the world in here too,
offering the desk puppy biscuits.
However, nothing is just what it seems to be.   
My objects dream and wear new costumes,
compelled to, it seems, by all the words in my hands   
and the sea that bangs in my throat.

 

(Fuente: Ada Lírica)

 

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