Canto IV, fragmento
.
Acteón…
y un valle,
El valle denso de fronda, de fronda, los árboles,
La luz de sol destella, destella en las copas,
Como un tejado de escamas,
Como el techo de la iglesia de Poictiers,
Si fuese de oro.
Por debajo, por debajo
Ni un rayo, ni un resquicio, ni un mendrugo de sol
Rayando el agua blanda y negra;
Que baña los cuerpos de las ninfas, de las ninfas, y de Diana,
Las ninfas clareando a su alrededor, y el aire, aire,
Trémulo, aire alucinado por la diosa,
despejándose el cabello en la oscuridad,
Levantando, levantando y ondeando,
Marfil mojado en plata,
A la sombra, bajo la sombra,
Marfil mojado en plata,
Ni un manchón, ni un perdido relumbre de sol.
Entonces Acteón: Vidal,
Vidal, es el viejo Vidal el que habla,
tropezando por el bosque,
Ni una tacha, ni un perdido centelleo de sol,
el pálido cabello de la diosa.
Los perros se abalanzan sobre Acteón
«Por aquí, por aquí, Acteón»,
Ciervo moteado del bosque,
Oro, oro, un mechón de cabello,
Del espesor de un manojo de espigas,
Se inflama, inflama al sol,
Los perros se abalanzan sobre Acteón.
Traducción: Jan de Jager
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