EMILIO SALGARI
I
Una sombra improvisa rabiosas aventuras
en paisajes ninfomaníacos
con hombres a cara o cruz
curtidos por el sol y el viento.
No hace falta abrir la ventana del cuarto mal iluminado
para batirse a duelo con los traficantes de esclavos,
sólo se necesita la fiebre por la vida,
no dejar caer los brazos.
II
El viaje más largo que hiciste
fue de Brindisi a Patras
y sin embargo ¡qué bien huelen tus odiseas!
Te imagino furioso frente a la hoja en blanco
embebido en esa tinta que fabricabas con tu sangre,
fumando un cigarrillo antes de tomar cada decisión
al igual que tu capitán Yañez,
quien fumaba cien cigarrillos diarios.
Una selva loca invadía tu lecho,
Malasia te mecía en sus brazos
mientras los tigres surcaban el cielo raso de tu cuarto
y alaridos descabellados de extraños plumajes
perforaban el silencio
¡Cuántos obstáculos venciste para rescatar el grito
desgarrado de nuestra selva!
Una multitud de fieras conversaba contigo en las noches
y nunca te negaste a contestarles,
sabías demasiado como para callar
las alucinaciones de la mente.
III
La injusticia brama en Malasia
y tú, desde una pequeña habitación arreciada por los huracanes,
ciñes la desazón que otros hombres labran sobre las barcas.
La fiebre amarilla disuelve tus entrañas;
ensimismado en combatir la intemperie de los gobiernos ingleses
luchas junto a monos aullantes y piratas disecados
por la sal de los mares.
Nada pudo detenerte,
ni la lujuria del cielo del Cabo de Buena Esperanza
ni aquellos felinos que agazapados sobre sus pensamientos
esperaban pacientes dar el salto
para atrapar a la presa entre los dientes.
Sandokán no es un mito,
su sangre caliente es de nuestros días;
sólo el poder es un mito
que en la soledad de su codicia
se devora a sí mismo.
Está derrotado quien arriesga
pero está muerto quien no opone resistencia.
IV
Tu geografía es el croquis de nuestro desconcierto.
Son muchos los que han perecido
en los laberintos de la jungla
mas nunca a tus personajes les pasó nada,
presos en la incandescencia de la vida
eran tomados prisioneros por implacables enemigos
y luego liberados por incondicionales amigos.
Un maharajá nunca se duerme por completo,
permanece espiando al mundo con su ojo oculto
pues sabe que ninguna ciencia es cierta,
lo que hoy es un emirato mañana será un pantano.
¡Qué nítido se recorta Sandokán en esta tarde
cuando a través de mi ventana veo princesas cautivas
pudriéndose a la espera de los amantes!
Miente quien dice describir la realidad,
ella es tan fuerte y segura de sí misma
que sólo es posible atraparla mientras soñamos
con los ojos desvelados por la alquimia del verbo.
V
En Verona,
sólo en Verona reposan para siempre los amantes.
Allí una gastada lápida delata tu presencia.
Imagino que aún combates en la tumba
contra enemigos escurridizos,
aquellos que te ensartaron dos sablazos
cuando de puro distraído pensabas en la muerte.
¡Qué desdicha la del que medita con sus entrañas!,
nada le es claro, todo tiene gusto a sangre.
"¡Oh Capitán... mi capitán!... nuestro espantoso
viaje ha terminado".
(Fuente: Eugenia Cabral)
No hay comentarios:
Publicar un comentario