monólogo del náufrago
la lluvia lava al mar y el olvido con sus colmillos de herrumbre
ha socavado la memoria de los viajes pero a través de la mirada de
la ballena humeante aún puedo evocar algunas cosas:
recuerdo por ejemplo a camaradas que aguardaban desatadas pasajeras alistando los músculos de fósforo y los alegres tatuajes encendidos.
llegaron las hembras con sus gritos y sus vientres de amargo tabaco y sus cabellos de sándalo y de música radiante y el mundo era un puerto que flotaba delicado y blando como el ojo de un pez.
después sobre las mesas de la taberna maldita ellas una a una se fueron derramando igual que la oscura copa del desdén.
cuando todas partieron quedaron los marinos altos y sombríos
deambulando por cubierta con la nostalgia de los blancos campanarios.
más tarde en alta mar o en alta muerte los recuerdo con sus capas
de tormenta y sus manos de tribu escandalosa intentando abrigarnos del desastre.
los último que vi del barco aquel es que giraba y giraba alrededor
de los pechos de dios.
(la isla de la sirena de las escamas de fuego - colección elefante en el bazar, 1995)
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