África
África
he guardado tu recuerdo.
Estás en mí como la astilla en la herida,
como un fetiche tutelar en medio de la aldea.
Haz de mí la piedra de tu honda,
de mi boca los labios de tu llaga,
de mis rodillas las columnas rotas de tu humillación.
Sin embargo, no quiero ser más que de vuestra raza,
obreros campesinos de todos los países
obrero blanco de Detroit, peón negro de Alabama.
Pueblo innumerable de las galeras capitalistas,
el destino nos yergue hombro con hombro,
y, renegando del antiguo maleficio de los tabúes de la sangre,
pisamos los escombros de nuestras soledades.
Si el torrente es frontera,
arrancaremos al declive su cabellera irrestañable.
Si la sierra es frontera,
romperemos la mandíbula de los volcanes
que refuerzan las Cordilleras,
y la llanura será la explanada de la aurora,
donde reunir nuestras fuerzas descuartizadas
por la astucia de nuestros amos.
Como la contradicción de los rasgos
se resuelve en la armonía del rostro,
proclamamos la unidad del sufrimiento
y de la rebelión de todos los pueblos
en toda la superficie de la tierra,
y mezclamos el cemento de los tiempos fraternales
en el polvo de los ídolos.
(Fuente: Hugo Toscadaray)
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