MEDIALUZ
He soñado una fuga. Y
he soñado
tus encajes en la
alcoba.
A lo largo de un
muelle, alguna madre;
y sus quince años
dando el seno a una hora.
He soñado una fuga.
Un "para siempre"
suspirado en la
escala de una proa;
he soñado una madre;
unas frescas matitas
de verdura,
y el ajuar constelado
de una aurora.
A lo largo de un
muelle...
Y a lo largo de un cuello
que se ahoga!
AVESTRUZ
Melancolía, saca tu
dulce pico ya;
no cebes tus ayunos
en mis trigos de luz.
Melancolía, basta!
Cuál beben tus puñales
la sangre que
extrajera mi sanguijuela azul!
No acabes el maná de
mujer que ha bajado;
yo quiero que de él
nazca mañana alguna cruz,
mañana que no tenga
yo a quien volver los ojos,
cuando abra su gran O
de burla el ataúd.
Mi corazón es tiesto
regado de amargura;
hay otros viejos
pájaros que pastan dentro de él. . .
Melancolía, deja de
secarme la vida,
y desnuda tu labio de
mujer...!
LA ARAÑA
Es una araña enorme
que ya no anda;
una araña incolora,
cuyo cuerpo,
una cabeza y un
abdomen, sangra.
Hoy la he visto de
cerca. Y con qué esfuerzo
hacia todos los
flancos
sus pies innumerables
alargaba.
Y he pensado en sus
ojos invisibles,
los pilotos fatales
de la araña.
Es una araña que
temblaba fija
en un filo de piedra;
.
el abdomen a un lado,
y al otro la cabeza.
Con tantos pies la
pobre, y aún no puede
resolverse. Y, al
verla
atónita en tal
trance,
hoy me ha dado qué
pena esa viajera.
Es una araña enorme,
a quien impide
el abdomen seguir a
la cabeza.
Y he pensado en sus
ojos
y en sus pies numerosos
...
¡Y me ha dado qué pena esa
viajera!
LA COPA NEGRA
La noche es una copa
de mal. Un silbo agudo
del guardia la
atraviesa, cual vibrante alfiler.
Oye, tú, mujerzuela,
¿cómo, si ya te fuiste,
la onda aún es negra
y me hace aún arder?
La Tierra tiene
bordes de féretro en la sombra.
Oye, tú, mujerzuela,
no vayas a volver.
A carne nada, nada
en la copa de sombra
que me hace aún doler;
mi carne nada en
ella,
como en un pantanoso
corazón de mujer.
Ascua astral... He
sentido
secos roces de
arcilla
sobre mi loto diáfano
caer.
Ah, mujer! Por ti
existe
la carne hecha de
instinto. Ah mujer!
Por eso ¡oh, negro
cáliz! aun cuando ya te fuiste,
me ahogo con el
polvo;
y piafan en mis carnes más
ganas de beber!
YESO
Silencio. Aquí se ha
hecho ya de noche,
ya tras del
cementerio se fue el sol;
aquí se está llorando
a mil pupilas:
no vuelvas; ya murió
mi corazón.
Silencio. Aquí ya
todo está vestido
de dolor riguroso; y
arde apenas,
como un mal kerosene,
esta pasión.
Primavera vendrá.
Cantarás «Eva»
desde un minuto
horizontal, desde un
hornillo en que
arderán los nardos de Eros.
¡Forja allí tu perdón
para el poeta,
que ha de dolerme
aún,
como clavo que cierra
un ataúd!
Mas... una noche de
lirismo, tu
buen seno, tu mar
rojo
se azotará con olas
de quince años,
al ver lejos, aviado
con recuerdos
mi corsario bajel, mi
ingratitud.
Después, tu manzanar,
tu labio dándose,
y que se aja por mí
por la vez última,
y que muere
sangriento de amar mucho,
como un croquis
pagano de Jesús.
¡Amada! Y cantarás;
y ha de vibrar el
femenino en mi alma,
como en una enlutada
catedral.
ORACIÓN DEL CAMINO
Ni sé para quién es
esta amargura!
Oh, Sol, llévala tú
que estás muriendo,
y cuelga, como un
Cristo ensangrentado,
mi bohemio dolor
sobre su pecho.
El valle es de oro
amargo;
y el viaje es triste,
es largo.
Oyes? Regaña una
guitarra. Calla!
Es tu raza, la pobre
viejecita
que al saber que eres
huésped y que te odian,
se hinca la faz con
una roncha lila.
El valle es de oro
amargo,
y el trago es largo.
. . largo . . .
Azulea el camino,
ladra el río...
Baja esa frente
sudorosa y fría,
fiera y deforme. Cae
el pomo roto
de una espada
humanicida!
Y en el mómico valle
de oro santo,
la brasa de sudor se
apaga en llanto!
Queda un olor de
tiempo abonado de versos,
para brotes de
mármoles consagrados que hereden
la aurífera canción
de la alondra que se pudre
en mi corazón!
LA
VOZ DEL ESPEJO
Así pasa la vida,
como raro espejismo.
La rosa azul que
alumbra y da el ser al cardo!
junto al dogma del
fardo
matador, el sofisma
del Bien y ,la Razón!
Se ha cogido, al
acaso, lo que rozó la mano;
los perfumes volaron,
y entre ellos se ha sentido
el moho que a mitad
de la ruta ha crecido
en el manzano seco de
la muerta Ilusión.
Así pasa la vida,
con cánticos aleves
de agostada bacante.
Yo voy todo azorado,
adelante. . . adelante,
rezongando mi marcha
funeral.
Van al pie de
brahmánicos elefantes reales,
y al sórdido abejeo
de un hervor mercurial
parejas que alzan
brindis esculpidos en roca
y olvidados
crepúsculos una cruz en la boca.
Así pasa la vida,
vasta orquesta de Esfinges
que arrojan al vacío
su marcha funeral.
No hay comentarios:
Publicar un comentario