viernes, 4 de septiembre de 2015

Joseph Brodsky (Rusia, 1940 - EEUU, 1996)




















 
 
NATURALEZA MUERTA
 
 
   Verra la morte e avra i tuoi occhi.
       C. Pavese
 
1
Las cosas y las personas
nos rodean. Ambas
desgarran nuestros ojos.
Más vale vivir en la oscuridad.
Sentado sobre un banco
en el parque, mirando
a las familias que pasan.
Harto de la luz.
Es enero. Invierno
según el calendario.
Cuando me canse de la oscuridad
empezaré a hablar.

2
Ya es hora. Comenzaré.
No importa qué diga. Abrir
la boca. Puedo callar.
Pero es mejor que hable.
¿Sobre qué? ¿Los días. Las noches.
La nada?
O mejor sobre las cosas.
Sobre las cosas y no
las personas. Morirán.
Todas. Yo también.
Es un trabajo inútil
como escribir en el viento.

3
Mi sangre es fría.
Su frío es más feroz
que el de un arroyo helado hasta el fondo.
La gente no es lo mío.
No me agrada su apariencia.
En sus rostros se aferra
ese indefinido aspecto
que no abandona.
Hay algo en sus rostros
opuesto a la mente.
Algo que alaba
no se sabe a quién.

4
Las cosas son más gratas. En
su exterior no existe ni el mal
ni el bien. Tampoco en su interior
si lo examinás detenidamente.
Dentro de los objetos hay polvo.
Cenizas. Un escarabajo que roe.
Paredes. Una polilla seca.
Incómodo para las manos.
Polvo. Cuando la luz se enciende
solo se ve el polvo.
Hasta si el objeto está
herméticamente cerrado.
5

El armario antiguo,
tanto por fuera como por dentro,
me recuerda
a Notre Dame de París.
En su interior todo es oscuro.
Ni el lampazo ni la estola del obispo
pueden quitar el polvo.
La cosa, por lo general,
no intenta superar el polvo,
no frunce el ceño.
El polvo es la carne
del tiempo; la carne y la sangre.

6
Últimamente
duermo de día.
Al parecer, la muerte
me pone a prueba
acercando, aunque respiro,
el espejo a mí boca,
para comprobar si soporto
mi propia ausencia.
No puedo moverme.
Las caderas parecen dos bloques de hielo.
El color azul de las venas
en el mármol de la piel.

7
Dejándonos asombrados
con la suma de sus ángulos,
la cosa se separa
del mundo de las palabras.
La cosa no está quieta. Y no
se mueve. Es nuestro el delirio.
La cosa es un espacio, fuera
del que no puede haber nada.
La cosa se puede arrojar, quemar,
romper, desechar.
Descartar. Y aun así
no gritará: ¡Mierda!

8
El árbol. La sombra. La Tierra
para las raíces del árbol.
Monogramas torcidos.
La arcilla. Una cadena de piedras.
Las raíces. Su trenzado.
La piedra lleva su propia carga
que la libera
del sistema de los lazos.
Es fija. No se puede
mover ni trasladar.
La sombra. Un hombre en la sombra,
como un pez en la red.

9
La cosa. El color castaño de la cosa.
Su contorno fue borrado.
El crepúsculo. Y nada más que
naturaleza muerta.
Vendrá la muerte y encontrará
un cuerpo cuya superficie lisa
le reflejará la llegada
de cualquier mujer.
Es absurdo, es mentira:
calavera, esqueleto, guadaña.
«Vendrá la muerte
y tendrá tus ojos ».

10
La madre le dice a Cristo:
- ¿Sos mi hijo o mi
Dios? Estás clavado en la cruz.
¿Cómo podría irme a casa?
Cómo atravesar el umbral
sin saberlo, sin haberlo decidido:
¿Sos mi hijo o Dios?
Es decir, ¿estás vivo o muerto?
Cristo le contesta:
- Muerto o vivo,
da lo mismo, mujer,
hijo o Dios, soy tuyo.

1971

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