Vayan, canciones mías, al insatisfecho y al solitario,
vayan también al neurótico, vayan al esclavo de toda convención,
llévenles mi desprecio por sus opresores.
Vayan como una gran ola de agua fresca,
lleven mi desprecio por los opresores.
Hablen contra la opresión inconsciente,
hablen contra la tiranía de los que no tienen imaginación,
hablen contra las ataduras,
vayan a la burguesa que está muriendo de hastío,
vayan a las mujeres de los barrios residenciales,
vayan a las horrorosamente casadas,
vayan a aquellas que disimulan su fracaso,
vayan a las desafortunadamente emparejadas,
vayan a la esposa comprada,
vayan a la mujer comprometida.
Vayan a aquellos que tienen una delicada lujuria,
vayan a aquellos cuyos delicados deseos se frustraron,
vayan como una plaga sobre lo que es insulso en todo el mundo;
vayan con su filo contra esto,
refuercen las sutiles cuerdas,
traigan confianza a las algas y tentáculos del alma.
Vayan de manera amistosa,
vayan con un discurso transparente.
Estén ansiosos de encontrar nuevos males y un nuevo bien,
estén en contra de todas las formas de opresión.
Vayan a quienes se han complicado con la mediana edad,
a quienes han perdido el interés.
Vayan a los adolescentes a quienes asfixia la familia…
¡Oh, qué horroroso es
ver tres generaciones de una Casa reunidas!
Es como un viejo árbol con brotes
y algunas ramas podridas y cayendo.
Salgan y desafíen la opinión,
vayan contra este vegetal cautiverio de la sangre.
Estén contra toda clase de perpetua herencia.
n Personae, 1926
Un poema de Ezra Pound
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