Poema de la comunión del perdido
Voy
a salir de mi casa
abro
la puerta
y
está el sol
camino
por la calle
que
me lleva
después
de tantos años
de
pan y polvo
y
raso oscuro
al
pan
vuelvo
ya
yo
pecador
y
espero
a
una muchacha
que
me acompañará
en
la tiniebla
de
la iglesia
vacía
y la muchacha sonreía
y
aún no es la noche
y las escobas barren
la
tierra de la iglesia
y
aún no es la noche
y
el viento barre mi pelo
y
las piedras de la iglesia de fuego
y
aún no es la noche
tomo
sé
a dónde voy
sé
que voy a recibir
la
única sangre
que
gotea para siempre
desde
el árbol terrible
y
tal vez
tenga
miedo y alegría
porque
aún no es la noche
una
guitarra puede
decir
que estás lejos
así
como un perro cubierto de rosas
que
pasa frente a la puerta donde salgo
para
recibir al Señor
para
decirle
que
estoy lejos
y
aún no es la noche
y
una voz que me llama mi abominable
y
escupir sobre la inocencia terrestre de mis ojos
que
han visto desnudo
tú,
sí, que
también
de pan
de
sollozos en la almohada
cuando
alguien mordió tu pelo
y
aún no es la noche
y
arrodillado
hemos
viajado como Ulises
pero
este mar no tiene sirenas
hemos
golpeado en puertas de iglesias cerradas
hemos
apretado timbres de sacristías
casi
hemos muerto de amor
rezando
pero
aún no es la noche
pero
nunca pensamos
que
detrás nuestro
caminaba
siempre
el
que siempre caminó
con
el árbol de Judas
el
tuyo
y
el mío
sonriendo
detrás
nuestro
con
el vinagre
en
la dulcísima boca
y
la llaga que no cesa
pero
aún no es la noche.
***
Sonne
le cor,
pero
nadie busca
a
un ciervo
herido.
Es
el tren de Chacras
que
llega a la estación
al
amanecer.
Es
el tren que se pierde
en
la lejanía,
hacia
el mar
Pacífico,
donde
tengo amigos
y rosas
enterradas
en
un fuego negro
como
toda mi alma,
como
toda mi lengua sucia.
No,
no es el cuerno de la vieja poesía
que
amé;
el
cuerno tras el ciervo que huye
y
muere.
Sólo
es un tren que pasa
y
yo no sé quiénes van en ese tren del alba
tan
cerca de mi palacio
hacia
el mar
Pacífico,
donde
estuve caminando
donde
nadie me espera
con
el jamón y el duro
vino
blanco;
donde
nadie escribe
sobre
la arena de Portales
una
palabra que el mar siempre se lleva
Alfonso.
Sonne
le cor.
El
tren se va.
(Fuente: Alpialdelapalabra)
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