XIX
Tuyo es el reino, el ojo intacto de la pérdida.
Tuyas las manos que tiemblan
como pájaros hambrientos.
Tuyos los músculos, los nervios, los ligamentos, los
tendones, las venas, donde cada madrugada se desdice,
donde la sangre no necesita permiso del reloj para correr.
Tuyo este patrimonio de restos, este sol reducido a
astillas, estas jornadas que traen consigo
su propio epitafio, secretamente. Tuyo lo que
pudieron dejarte tus mayores,
flotando en el líquido amniótico de la memoria.
Tuyo el cuerpo, nudoso, más acá de la voz.
como pájaros hambrientos.
Tuyos los músculos, los nervios, los ligamentos, los
tendones, las venas, donde cada madrugada se desdice,
donde la sangre no necesita permiso del reloj para correr.
Tuyo este patrimonio de restos, este sol reducido a
astillas, estas jornadas que traen consigo
su propio epitafio, secretamente. Tuyo lo que
pudieron dejarte tus mayores,
flotando en el líquido amniótico de la memoria.
Tuyo el cuerpo, nudoso, más acá de la voz.
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