Desde aquí,
desde esta cumbre
que se vuelca en el valle,
desde estas rocas
que vieron crecer
revuelto y voraz,
que se adjudicaron
muerte y renacer,
en talco, yeso,
gredas, cuarzos
granates y colas dinosaurias,
desde este ángulo cerrado,
una horqueta del chañar
encierra el ojo,
lo frunce,
egoísta,
ajeno al canto de los tordos,
al cuero dulce de los jabatos
y su panzona mamacita,
que allá,
en la curva azul,
desfallecida y borrosa,
cruzan la ruta 40,
candorosos y gruñones,
boquiabiertos,
sin tener en cuenta
el rayo mortal
que algún vehículo
dé por tierra
y sangre
tanta honda belleza
que ni Platón pudo plasmar.
- Inédito -
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