Primer grado
Sin olvidar a la Hermana Thomasina,
una novicia de rostro dulce
que parecía tener el poder de volar.
podía atravesar todo el largo del aula
y aparecer junto a ti para reprender
tu poco esfuerzo mientras tratabas
de copiar el alfabeto del pizarrón.
Tú y otros setenta,
con sus tablillas de pizarra
y sus medias tizas blancas.
Finalmente, sin un ritual arcano,
sin ritos empapados de sangre,
la entrada al reino legendario
de la palabra escrita,
el comienzo del asombro,
la germinación del disenso.
…..
(Trad.: Gerardo Gambolini)
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