domingo, 11 de marzo de 2018

Rafael Espinosa (Perú, 1962)


Aparejos del desierto


Tal vez es cierto que existen
impulsos policiacos entre
las flores y que se excitan
los jóvenes escuchando
crujir la comida rápida
Tal vez es cierto que miente
el lenguaje y esclaviza
a las comisuras
Quisiera saber hacer el signo
de absolución con la boca
Aguas pluviales quisiera
El vaquero sin líquido en la cantimplora
está frente a la inmensidad donde
espejean unos pocos cactos
y monta, si ya no ha muerto,
su caballo colorado
Como nosotros, no tiene
enemigos. Se desperdigaron
fascinados por el género musical
de los balazos y la forma
en que un cadáver captura
la soledad en un gesto
Cómo se sentirá y nadie
piensa en ayudarlo, ni con recuerdos
ficticios. Yo abrí asimismo
mis cortinas y vi un horizonte
clínicamente muerto
No sé qué pasó. Todo pasó
y él tuvo una vida. Fue amigo
de su caballo y durmió bajo sus patas
ante el cielo en que los astros
se apelotonaban como cerdos
El aire en duelo fue prenatal
Nadie piensa que un ángel cuya
blancura debería hacerlo feliz,
sufre por no haberle dado nunca
agua a un caballo
Alas de arroyo

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