La poesía exige la abolición del
mundo.
Es un movimiento hacia el Otro,
pasa de su misterio al misterio
de todos y les ofrece rostros que
duran la eternidad de un resplandor.
Corrige la fealdad, es ajena
al cálculo y da cobijo en sus tiendas
de fuego.
Se instala en la lengua
como cuerpo y
no la deja dormir.
(Juan Gelman, al recibir el premio
Reina Sofía, 2005)
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