En el interrogatorio
le arrancaron cuatro dientes
y luego picanearon
la boca sangrante.
Este asunto
no es tema
tratado por los poetas
en su exquisita malformación
de las palabras,
afanosos en las elegías de Rilke
y el aire escolástico de Saint-John Perse,
por cálculo,
rubicundez del ombligo
y hartazgo.
- Inédito -
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