POEMA
El sol viaja todo el día,
luego se oculta.
Vamos a usar tus zapatos,
pues ya casi son viejos.
Desde su regazo inescrutable,
un pollo con una pata de madera da su cara al
mundo.
Toda esta gente corre en círculos.
Me pregunto qué hacen en tiempo real.
Traducción: R. Círigo
EL
QUE AMA Y HUYE
La mala noticia es que el barco aún no llega;
la buena noticia es que aún no zarpa.
Lo siguen cargando nativos con sombreros
cónicos
sobre sus cabezas. Aquí vienen los
transistores,
plátanos, durián (fruta que, se dice, tiene
olor nocivo),
mamilas, fotocopiadoras y recuerditos,
¡unos tan gloriosos! Nada útil, excepto
llaveros,
relicarios que necesitan adornarse, una pelota
para meterle vida.
Sin embargo, es difícil no imaginarse la pérdida.
Pienso, aunque no puedo estar seguro,
que todo esto se está sumando a mi cuenta.
¡Ay de nosotros! Nunca vamos a pagar,
aun así, ni en un millón de años.
Todo es promesa.
Demasiado tarde, actuamos fuera de las rimas
necesarias,
tipos honestos, temerosos de Dios, que exhiben
el trasero,
ansiosos por aceptar la mano que el destino les
deparó
y jugar con ella. Ahora, la tristeza café es la
librea
correcta para cuando salimos. Es importante
encontrar una copia de la reproducción y enviársela
o revendérsela, “y con leche”.2
Eso era lo más agradable que tenían, feliz
cumpleaños.
¿Por eso recibiste un mandato?
Porque me gusta más aquí, cerca del centro.
Te sientas en el sofá.
Toma un vaso de algo.
Vas a oír una ciudad.
Traducción: R. Círigo
VERANO
Ahí está
ese sonido como viento
Olvidado en las ramas que significan algo
Nadie puede traducir. Y ahí está el
aleccionador “más tarde”
Cuando tú consideras lo que una cosa
significaba, y lo anotas
Por lo pronto la sombra es abundante
Y difícilmente vista, dividida entre las ramas
de un árbol,
Los árboles del bosque, justo como la vida es
dividida
Entre tú y yo, y entre todos los demás
Y lo hallándose en etapas siguientes
El periodo de reflexión. Y de repente, estar
muriendo
No es ligero o conocido o poca cosa
Solo usado, el calor inaguantable
Y también las pequeñas construcciones tontas
sobrecargan
A las fantasías que hicimos: verano, el ovillo
de agujas de pino
Los destinos inciertos dados a nuestros actos
con sonrisas simbólicas
Llevando a cabo sus instrucciones muy
exactamente
-Muy tarde para cancelarlas ahora- , y el
invierno, el trinar
De las estrellas frías en el cristal, que
describe con amplios gestos
Este estado que no es tan grande después de
todo
El verano implica descender como una escalera
empinada
Hacia una estrecha cornisa encima del agua.
¿Esto es todo, entonces
Este consuelo metálico, estos tabúes
razonables,
O lo que quieres decir cuando lo dejaste? Y el
rostro
Se asemeja al tuyo reflejado en el agua
Traducción: S. Camacho
EL
FUTURO DEL BAILE
¿A quién nos dirigimos?
Según quienes sean, los niños
trabajan en los campos. Las vacaciones
están a la vuelta de la esquina
y ellos esperan que la vida siga igual
muchas mañanas seguidas. Date prisa, máquina de
coser,
y logra sin tardanza lo que se espera de ti.
Los peces saltan parcialmente fuera del agua. Y
el aire es nuevo.
Antes, ilustres forasteros nos abordaron
(según quienes sean) y nos invitaron a
sentarnos
para escucharles como se escucha un cuento. Y
en el cielo,
fuentes caídas nos regaban los pies
mientras su historia farragosa lubricaba los
aires
y las parras que en ellos se removían.
Nadie espera que la vida sea una sola aventura,
y sin embargo, a la inversa, nos sorprendemos
cuando se vuelve decepcionante,
como suele pasar con las historias cuando el
contar va más rápido
que la situación. Date prisa y duerme,
es lo que sugiero. Y si resulta solitario,
la canción no se habrá marchado para nada.
Bosquecillos pintados hacen más por la destreza
que minaretes y azoteas. Las bicicletas reviven
los paisajes
a los que ponen banda sonora. Mejor un acordeón
silencioso que un coro de arpas, ya sea en un
sentido
u otro, gotas de cristal sollozante
que se quedan colgadas tan pronto la noche urde
su clima.
Las escenas más anodinas eran siempre las más
lejanas,
pero estas hojas que se fruncían en nuestras
manos,
higo y ortiga, sobreviven en un surco del
tiempo
que los relojes no pueden deshacer, ni la
fortuna saquear.
Traducción: Jordi Doce
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