POEMA PARA NO RECOBRAR EL TIEMPO
Para Esteban Moore
El silencio tiene la virtud de apuntillar la luz.
Como un arte de cetrería, es mezcla
de técnica, de paciencia en el adiestramiento
y de algo innato, tembloroso, que no se pierde nunca
por muchos atardeceres que las bocas aclamen.
El silencio, que es casi lo mismo
que esos sonidos de vida
-cuanto más latentes, más inaudibles-
que inundan las casas
y plantean enigmas a la textura de los tímpanos.
Echo de menos el traqueteo de trenes que no terminan,
el cansancio del aire que se enhebra en el pelo
imponiéndole un ritmo más llevadero a la carótida.
El impulso del viaje merece el riesgo del no-regreso,
un valor que aniquilamos con la conciencia de ovillo
que se inculca y se infiltra lentamente desde niños
para evitar encuentros con vértices que son espejismos
y estertores de venenos que nadie concibe.
Se me olvida alejarme, y bajo una pretensión de halcón
en mi osadía de plumas congeladas vuelvo a la pitanza
que sostiene el puño familiar y el fieltro del guante:
cuero, vuelo detenido, boca que no sabe, sílaba hueca.
Los paisajes resuenan si son amplios de tiempo:
los días se merecen más respeto de cambio, un abigarrado
mármol que se modela si se quiere y que habla,
un rastro de buril que fue movimiento y potencia,
plan de cambio, transformación sin ciencia.
Los paisajes son hoy tan solamente un concepto
y adormilado en el deseo de un silencio impuesto
pierdo la razón de querer ser un cazador de nuevo.
CON LA INTENCIÓN DE VOLVER
Para Jesús Cárdenas, en Carmona.
El blanco es ficción, ganas
de saber huir en el temporal
hacia calles de una luz que se concibe
desde la tramoya de siempre,
la del cansancio que aleja
los días y es metamorfosis,
no esperanza sino una forma
de confiar en la suerte que
se adhiere a los dioses renegados.
Pensar blanco
entre acantilados como caídas en promesa,
pensar blanco
y poder volver sin intrigas ni
comentarios que perdieron su zócalo,
pasear blanco y ser cierto
para contradecir augurios de ahogos
y palabras de mostaza que forman
el artesonado triste y carcomido
de las torres sin sombra.
(Fuente: La parada poética)
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