III
En ciertas ocasiones
hay que colocarse al lado
del camino. Viene
el cortejo, pasan las arañas,
luego los pulpos
rojos e hinchados. Una espada
los persigue y les
arranca los ojos que son
generosamente
repartidos entre los acreedores.
Aplausos. El pueblo
está contento porque se le
ha prometido que el
día durará veinticinco horas.
Esto es la
inmortalidad.
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