En el congelador
SERIE DE SEIS
*
En el congelador
vi a dos esquimales
construir su iglú
Un desierto albino
parecía cobijar cual algodón
una pequeña semilla
como las depositadas
en el cole por las niñas
en un vaso a germinar
corazón prepicado
cáscara de huevo
liparita y ajonjolí
Dos marsupiales tallan la nieve
dibujando ladrillos
con sables y manos
Cuando la ventisca arrecia
y cubre ese domo de hielo
se refugian y hacen el amor
en un rumor que vapea
Ya harán varios meses
que la mentada nevera brotó
Los amantes migraron
Una casata se escarcha
*
A la luz de la luna
semeja un animal baleado
brillante y diamantino
que chapotea en su sangre negra
Señales de riñas o desmanes
que al amanecer se evaporan
¿Seré yo o este objeto
el que siente miedo
de su religiosa mímesis?
Trizada la etiqueta aún advierte
Alto en azúcares
*
Enorme langosta arcoíris
cuyo caparazón semeja un jarrón japonés
con detalles mínimos y hermosos
El chef desliza el cuchillo
con cuidado por sus interiores
mientras aún da coletazos
Utiliza el mismo cadáver luego
para presentar su platillo estrella
Para preparar sashimi de pez loro
se le ve fileteando una gema, sirena
Acaba de una con su deslumbre
bruto, arrancando con un martillo
sus escamas turquesas y naranjas
parecen haber sido acomodadas una a una
con esmero por alguna divinidad
Desollados todos los peces son iguales
A solas los humanos también
*
Ponte tú
una lluvia arrecia
La toalla pierde volumen
sube algunos kilos
siempre sola en el tendedero
Truene o nieve
los copos
cubren sus dobleces
En la hora más helada
se escarcha
Se incendian
los departamentos aledaños:
la toalla sobrevive
Construyen otros
El sol la destiñe
El polvo la opaca
La noche la confunde
Coleópteros la orbitan
de una vuelta
y se alejan
La mordedura
de un perro en celo
la deshilacha
Un viento huracanado
la embandera en horizontal
y por otra lluvia más
se enverdece de moho
Las bacterias se la comen un poco
Resta ahora el armazón
el borde acolchado
y algunas motas
No esperará otro verano
para caer
*
Te desafío
a sacar la ropa húmeda
de una lavadora y depositarla
en la cesta
fumando, sin que el humo
te ciegue sin botar un cm de ceniza
Luz tenue en fondo aguacate de azulejos islámicos
Te desafío a que te saques la ropa
húmeda de vuelta de llover
y la deposites en la cesta
enciendas un habano
reflexiones de una vez
sobre tus sueños con chimeneas
*
[1]
qué
que no
que no qué
que no quepa
que no quepa qué
que no quepa duda
que no quepa duda
que no quepa duda
que no quepa duda de los atributos
el mar es verde la hoja es azul
ya no más juicios de existencia
dios es o qué no es un dios
retomar relaciones
usar la “y” “entre”
analogías de moda
“como” “se parece a”
volver a la cópula
al granel y las partículas
al rebote y los puentes
al trueque alas
relaciones extramaritales
al granulado
al impacto de dos canicas
y al ruido que hacen
los grillos que aparentan
ser los únicos de la noche
a la soga lanzada
al cuello del mar
y las tabernas
en este plano
sin jerarquías
ni pesos específicos
arriba
el meteorito se aproxima
y la hormiga carga la hoja
equivalente
a la nebulosa y la cascada
la danza de la sanguijuela
en el brazo de un naturalista
piel resquebrajada de verano
restos de pintura desprendidos
de la cornisa de un derrumbe
por meter una bala en su cabeza
y verla al sol en una radiografía
para que no quepa duda
de esta pantomima
del silencio inmóvil
en un ruido intacto
en la penumbra
pasándose películas
spots, publicidad
impune piratería
copia con amor
cópula y montaje
un soborno
un soborno
qué
un soborno
[1] Léase de a dos y en voz alta
Sebastián Diez Cáceres (Calama, 1988) Publicó Primavera y demolición (2019) y textos en diversos medios electrónicos y papel.
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