DIÓGENES EL PERRO
-todo el tiempo
De latas herrumbradas,
malhecha, con clavos
y tiras de mecate.
Es su casa y no le importa.
Unos minutos antes del amanecer
sube al techo de esta, se sienta erguido
y observa cómo va aclarando el horizonte.
Sin perder la postura, mira a un lado u otro,
para volver con el bermejo que estalla
lentamente sobre las lechugas.
A su alrededor
la extensa hortaliza
se humedece
con la niebla.
Es un perro amarillo
con el pelo ensortijado
como un red deshecha
en altamar.
Diógenes, así le llamo.
Y como Diógenes,
me ignora.
R.R.
(Fuente: Daniel Quintero)
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