“No confundamos a los poetas con los que escriben libros por
vanidad o se doctoran en la carrera literaria: esos mismos que se
prostituyen detrás de los premios o de las famas de cenáculos:
esos pobres tontos que pretenden encerrar la poesía en un cofre,
como si las palabras fueran simples joyas y no lo que son: la
carnadura del alma. Esa gente no puede ser considerada
realizadores de obras, creadores como lo entendían los antiguos
gramáticos, por ejemplo Donatus. Se olvida muchas veces que el
poema para concretarse necesita de la intuición poética y ella
presupone un estado despojado y muy humano del espíritu.”
(Fuente: Hugo Toscadaray)
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