ABUELO
Ahora te veo
en un pequeño pueblo de California
dormido bajo higueras, el fruto negro
hinchado y maduro. Tu sombra parece
hundirse en el pasto de la mañana mientras los pimenteros
derraman sus hojas como lluvia
o semillas.
Recuerdo que una mañana de verano
nos sentamos en tu porche, las combadas tablas
salpicadas de agujeros y clavos. Los campos
recién cortados. El estanque bordeado de sauces.
Intentaste decirme porqué mi perra marrón
se había comido sus crías.
Era una mañana de abejas.
Vi cómo la luz cantaba sobre sus alas,
un oro suave convirtiéndose tembloroso en música.
Vos debés haber oído, también,
porque cuando me volví, habías caído en un sueño,
tu garganta zumbando de venas.
Entonces oí esa otra música. Las cigarras.
Las ranas verdes. Mis huesos
palidecieron como la savia de los árboles
mientras me soñaba yendo al corazón del estanque.
Me olvidé de todo lo que había aprendido.
Excepto por tu voz. Ahí abajo..
Cantando acerca del hogar, la muerte, un árbol florecido.
NUDOS
Tratando de atarme los cordones, torpe, sin poder entender
su lógica, hurgando, mientras mi padre está ahí parado,
su rabia creciendo sobre un hijo que ni siquiera puede hacer
la cosa más simple por primera vez, ni siquiera puede dirigir
el nudo para que los zapatos no se le salgan- ¿Vos pensás
que alguien te va a atar los zapatos por el resto de tu vida?-
No, contesto, cuarenta y cinco años más tarde, atándome
el zapato,
las manos temblando con este recuerdo. Mi padre
y todos esos años de infancia sin lograr entender
cómo me amaba, un nudo tan apretado que me ha llevado
toda la vida desatarlo.
CALIGRAFÍA
En Cálgari
he visto a un hombre romperle la espalda a un perro.
Hojas sobre una colina blanca.
El momento como ideograma
que no logro traducir.
El árbol absoluto, real
avergüenza mi vida.
Y Pound cantando qué espléndidas las palabras,
como mármol,
persisten a través del tiempo.
Virtù en el torbellino de la muerte.
Caligrafía de lo que las estaciones le dejan
a la mente.
La ciudad en el corazón
en ruinas.
El perro roto en la calle.
Colina blanca.
Hojas.
A HAN-SHAN
1
A menudo en esta vida
pienso en vos-
matrimonio roto, harto del mundo,
haciendo el traicionero viaje
a Cold Mountain.
Te acercaste más que cualquiera de nosotros
a la piedra, el arroyo, la nube.
A la perla de la mente.
Treinta años solo con el silencio,
riscos,
tu risa y tus lágrimas.
El Gobernador que esperaba sabiduría
envió a sus edecanes adelante
portando regalos y medicinas.
Oh Han-shan,
gritando "¡Ladrones! ¡Ladrones!"
antes de desaparecer
dentro de la montaña.
2
He llegado a la edad
en la que vos abandonaste todo-
esposa, hogar, y amigos-
para iniciar la soledad de Cold Mountain.
He venido todos estos años a esta
ignorancia, este fracaso
para completar aún la más simple de las cosas.
Cada día yo comienzo.
Por la noche estoy pasmado de nuevo
ante la página vacía,
mientras otros, casualmente,
construyen su casa.
Llego finalmente al huerto,
ebrio y desnudo en la lluvia
conducido a casa por una chica.
Cold Mountain
Cold Mountain
está dentro mío.
Trad. Shira Rubenstein
***
Han-shan es un poeta chino de fines del siglo VIII y comien-
zos del IX. La traducción literal de su nombre es "Cold Moun-
tain": Montaña Fría. Es el paradigma del poeta-recluso en la
montaña, que abandonó su vida familiar y social. Sus poemas
están fundados en la visión del mundo del Budismo Mahayana:
la convicción de que las experiencias de la vida cotidiana, sean
estas dolorosas o pacíficas, arduas o serenas, son la sustancia
de la cual está hecha la iluminación. "No hay, en otras pala-
bras, ningún Camino por fuera del camino de la vida cotidiana."
(Burton Watson, en "The Columbia Book of Chinese Poetry
From Early Times to the Thirteenth Century".)
(Fuente: Idiomas olvidados)
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