viernes, 1 de noviembre de 2024

Mary Oliver (Maple Heights, EE. UU., 1935-Hobe Sound, EE. UU., 2019)

 

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MIEL EN LA MESA 

 

Te llena con la suave
esencia de flores desvanecidas, se vuelve
un hilo delgado como un cabello al que sigues
desde el frasco de la miel sobre la mesa
 
y más allá de la puerta y sobre la tierra,
y todo el tiempo se ha ido espesando,
 
se ha hecho más profunda y salvaje, bordeada
de ramas de pino y piedras húmedas,
huellas del linces y osos, hasta que
 
en lo profundo del bosque te acercas
lentamente a un árbol, arrancas la corteza,
 
entras flotando en él y tragas el jugo de los panales,
trozos del árbol, abejas aplastadas... un sabor
compuesto de todo lo perdido,
en el que todo lo perdido se encuentra.
 
 
 
__________________________
en "American Primitive", Little, Brown and Company, Boston, 1983. Versión de Jonio González. En la imagen, Mary Oliver (Maple Heights, EE. UU., 1935-Hobe Sound, EE. UU., 2019) por Molly Malone Cook.
 
 

HONEY AT THE TABLE

 

It fills you with the soft
essence of vanished flowers, it becomes
a trickle sharp as a hair that you follow
from the honey pot over the table
and out the door and over the ground,
and all the while it thickens,
grows deeper and wilder, edged
with pine boughs and wet boulders,
pawprints of bobcat and bear, until
deep in the forest you
shuffle up some tree, you rip the bark,
you float into and swallow the dripping combs,
bits of the tree, crushed bees– a taste
composed of everything lost,
in which everything lost is found.
 
 
(Fuente: Jonio González)

 

Walt Whitman (West Hills, EE. UU., 1819 – Camden, EE. UU., 1892)

 

Ay, vivir siempre, estar siempre muriendo

 

¡Ay, vivir siempre, estar siempre muriendo!
Ay entierros de mí, presentes y pasados,
ay de mí que camino hacia adelante, visible, material, 
como siempre imperioso; ay de mí y lo que fui durante 
años, que ahora murió (no me lamento de ello, estoy conforme);
Ay, desembarazarme de esos cuerpos míos muertos, que 
después de arrojarlos me doy vuelta a mirar,
y seguir adelante, (¡Ay vivir, vivir siempre!), y dejar esos cuerpos 
muertos detrás de mí.

 

 Traducción de Ezequiel Zaidenwerg

Claribel Alegría (Nicaragua, 1924-2018)

 

"Otoño"



 
 
 
Has entrado al otoño
me dijiste
y me sentí temblar
hoja encendida
que se aferra a su tallo
que se obstina
que es párpado amarillo
y luz de vela
danza de vida
y muerte
claridad suspendida
en el eterno instante
del presente.
 
 

Claribel Alegría, incluido en Poetas latinoamericanas. Antología crítica  (Escuela de Estudios Literarios, Universidad del Valle, Colombia, 2009, selec. de Carmiña Navia Velasco).
 
 
(Fuente: Asamblea de palabras)


 

Philip Larkin (Coventry, Inglaterra, 1922 – Kingston upon Hull, Inglaterra, 1985)

 

Albada

 







Trabajo todo el día y por la noche me emborracho.
La madrugada me despierta con muda oscuridad.
Pronto entrará la luz por la cortina del cuarto.
Hasta entonces, observo lo que no deja de estar:
la muerte indócil, cada día más próxima, vuelve
inútil cualquier otro pensamiento urgente
excepto el final y su hora.
Árido interrogatorio y, sin embargo, el miedo
de morir, y de estar muerto,
parpadea otra vez, aprieta y me sofoca.

La mente resplandece en blanco. No hay culpa
por el bien no hecho, el amor no dado, el tiempo
que se arranca; ni desconsuelo, pues no hay duda
de que una vida no basta para un escape lento
de los malos inicios y eso quizá nunca pase.
Nos aguarda la extinción al final del viaje
hacia el fondo de un total abismo eterno
para engullirnos siempre. No estar aquí,
no estar en ningún lugar, y, de repente,
nada más terrible, nada más certero.

Es una forma especial de tener miedo
que ningún truco disipa. La religión lo intentaba.
Este vasto brocado musical, de polillas alimento,
creado para pretender que nada nos mataba
y aquellos sofismas secos: No hay ser racional
que tema algo que no va a sentir, sin adivinar
lo peor: se van la vista y el ruido,
no hay tacto o gusto u olfato, nada con que pensar,
nadie a quien amar, nadie con quien conectar,
una anestesia de la que no se sale vivo.

Y permanece ahí, al filo de la mirada,
el pequeño borrón sin bordes, un frío animal
que alenta cada impulso y lo vuelve suspicacia.
Casi ninguna cosa sucede: ésta lo hará
y tal realización nos abrasa
en un horno de horror cuando nos halla
sin compañía o alcohol. No sirve ser valiente:
calmar al otro y enfrentar lo que asusta
no sacará a nadie de la tumba.
Ningún quejido o quiebre detendrá la muerte.

La luz se aviva y el cuarto toma forma.
Claro como grietas en el muro, lo que sabemos,
lo que sabremos y, aunque no hay escapatoria,
no podemos aceptarlo. De algún modo decidiremos.
Los teléfonos, agazapados, se alistan para sonar
en oficinas cerradas, y comienza a despertar
el mundo indiferente, en renta. Se desgasta
cual arcilla el cielo blanco.
No hay sol. Es hora del trabajo.
Los carteros, como doctores, van de casa en casa.

[1977]
 

Periódico de Poesía, Universidad Nacional Autónoma de México  (UNAM), 14 de octubre de 2024 

Más poemas de Philip Larkin en Otra Iglesia Es Imposible, UNAM, AltazorEterna Cadencia, Rialta, Haroldo

Aubade

I work all day, and get half-drunk at night.  
Waking at four to soundless dark, I stare.  
In time the curtain-edges will grow light.  
Till then I see what’s really always there:  
Unresting death, a whole day nearer now,  
Making all thought impossible but how  
And where and when I shall myself die.  
Arid interrogation: yet the dread
Of dying, and being dead,
Flashes afresh to hold and horrify.

The mind blanks at the glare. Not in remorse  
—The good not done, the love not given, time  
Torn off unused—nor wretchedly because  
An only life can take so long to climb
Clear of its wrong beginnings, and may never;  
But at the total emptiness for ever,
The sure extinction that we travel to
And shall be lost in always. Not to be here,  
Not to be anywhere,
And soon; nothing more terrible, nothing more true.

This is a special way of being afraid
No trick dispels. Religion used to try,
That vast moth-eaten musical brocade
Created to pretend we never die,
And specious stuff that says No rational being
Can fear a thing it will not feel, not seeing
That this is what we fear—no sight, no sound,  
No touch or taste or smell, nothing to think with,  
Nothing to love or link with,
The anaesthetic from which none come round.

And so it stays just on the edge of vision,  
A small unfocused blur, a standing chill  
That slows each impulse down to indecision.  
Most things may never happen: this one will,  
And realisation of it rages out
In furnace-fear when we are caught without  
People or drink. Courage is no good:
It means not scaring others. Being brave  
Lets no one off the grave.
Death is no different whined at than withstood.

Slowly light strengthens, and the room takes shape.  
It stands plain as a wardrobe, what we know,  
Have always known, know that we can’t escape,  
Yet can’t accept. One side will have to go.
Meanwhile telephones crouch, getting ready to ring  
In locked-up offices, and all the uncaring
Intricate rented world begins to rouse.
The sky is white as clay, with no sun.
Work has to be done.
Postmen like doctors go from house to house.
 

 Collected Poems, Farrar Straus and Giroux, 2001; Poetry Foundation
---
Foto: Philip Larkin, julio de 1973 Barry Wilkinson/Radio Times/Getty Images

 

(Fuente: Otra Iglesia Es Imposible)

Ángeles Mora (Córdoba, España, 1952)

 

UN POEMA DE  LA SAL SOBRE LA NIEVE

 



 

 

 

LA CHICA DE LA MALETA

 

 

 

Esta fría mañana tan cerca de diciembre

no tomé el desayuno, no he leído el periódico,

no me metí en la ducha después de la gimnasia

(esta oscura mañana no quise hacer gimnasia),

no subí la persiana para asomarme al cielo

ni he mirado en la agenda las promesas del día.

Esta dura mañana con su duro castigo

he roto algunas cosas que mucho me quisieron

y salvé algunas otras porque duele mirarlas.

Me estoy haciendo daño esta mañana fría,

quisiera destruirme sin salir de la cama

o encontrar la manera de dormir un momento.

 

Cuando menos lo esperas, suele decir la gente,

la sorpresa aparece con sus dientes de anís.

Cuando menos lo esperas, si te fijas un poco,

verás que el aire lleva gaviotas y mensajes…

más ya no van conmigo esos viejos asuntos.

El aire arrastra lluvias y tristezas heridas

y yo no quiero verlo cruzar como un bandido

tan guapo y tan azules sus ojos venenosos.

 

Esta fría mañana tan cerca de diciembre

cuando rozan los árboles de puntillas las nubes

junto a tanta miseria, tan helada ternura,

yo dejo mi impotencia, mi personal naufragio

entre estos blancos pliegues olvidado…

Aunque mi cuerpo caiga doblemente desnudo

en ese traje roto que luego es un poema.

Aunque otro sueño baje su luz por la almohada

y ya no te despierte mi voz en el jardín.

 

 

 

Ángeles Mora

La sal sobre la nieve

Antología 1982 – 2020

 

Edición de Ioana Gruia

Editorial Renacimiento 


(Fuente: Papeles de Pablo Müller)

 

Daiva Čepauskaitė (Marijampolé, Lituania, 1967)

 

un poema










 
 
Ya es la hora de acostarse,
espera un poco, me pondré
toda la ropa que tengo,
todo hasta la última prenda,
vestidos y camisas,
también los abrigos de cuero más gruesos,
seré abundante,
enorme,
pesada seré,
pensarás, vaya mujer,
tanto trabajo tendrás
hasta el amanecer
cuando entre las cáscaras
encuentres
un pezoncito marrón, chico
como una cagarruta de golondrina.

***

Versiones de Dovile Kuzminskaite y María Sebastiá-Sáez
Círculo de Poesía
 
(Fuente: La comparecencia infinita)