ESTE NO ES UN POEMA
Este no es un poema metafísico. No
es un poema surrealista. No es un
poema cubista escrito sólo por el puro
nazi lo precede. Cuando la razón nos
abandona, todo es extraño: la crueldad,
el designio, el modo. Nuevamente un
horror espantoso que estremece nos
sumerge en el abismo de la ceguera.
Aquí danza la muerte. En el extremo
límite de nuestra mirada danza la muerte.
Que los muertos entierren a sus muertos.
Y que a los ciegos los guíen lazarillos sin
el don de la vista. ¿Cómo resolver ese
galimatías? ¿Dónde ocultaremos la voz
de la belleza, el oro de la lengua? Cuando
la razón nos abandona, la religión de la
muerte: porque los fariseos no se detienen.
Una sola palabra debía reunir según los
griegos lo bueno y lo bello, la razón y
los sentimientos, la virtud y los afectos,
vertientes todas de una misma cumbre,
el ser humano. Una palabra que encierra
la inmensidad del deseo. Areté.
Areté. La Belleza. El poema de la Belleza.
El ruiseñor en la rama, las blancas azaleas
entre las ruinas de Roma, oír por debajo
de los ruidos mundanos, de profundis,
la voz de los sacrificados. Los sacrificados,
los mártires, los pobres. Que llevan en sí,
arraigada en su corazón, la palabra areté.
Inmensidad del amor.
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(Fuente: Daniel Freidemberg)