Animales
El perro que me sigue a todos lados
no sabe que soy un hombre.
Me ve desayunar, pintar paredes,
dormir o caminar, leer un libro.
Desde su libertad, el holgazán,
me va observando
las exigencias de existir en mi prisión,
quien le aproxima el agua y lo alimenta,
porque mueve la cola
y así se explica el mundo.
Ante sus ojos
debo ser lo que al fin soy : otro animal,
un latido tropezando con todo,
un jadeo de ser
por su anhelado hueso
enterrado a futuro.
Y lo que es peor,
al que hay que acompañar
olfateando la vida
pues el pobre,
degradado a pensar,
al no ladrar,
escribe o habla.
Estar avisado
perderás la intemperie
un día el viaje
la mañana del reino los racimos
tus pies descalzos
la mujer que tocas
la costumbre incesante
incandescente
el asombro en las manos lo que habitas
puro silencio aroma en todos lados
dejarás al pasar estos galopes
la tierra el árbol la tormenta
el aire en su lugar cada certeza
serán otras las marcas, las señales,
el manantial que ocupas derramado
el reguero la sombra que visitas
La música del mundo en que te alejas
perderás
dejarás
así de simple
(Fuente: El poeta ocasional)
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