Marinero de luces
Cómodamente sentado en el bauprés
diviso el firmamento del ensueño;
aquí en lo oscuro, de lo que soy dueño,
tiene el suculento sabor del revés.
¡Qué no se me acuse de otro, pardiez¡
menos de no poner debido empeño,
que si es cosa de empeñar el pequeño,
pues lo empeño, joder, en un dos por tres.
Mala cosa, sí, divisar el puerto
absorto en tal acto esotérico:
detenerse en pleno entierro del muerto.
¡Vaya qué queda el refrán homérico!
recomendando amar a mar abierto,
siguiendo el silente ponto esférico.
(¡Ars Fascinatoria!, 2020)
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